Capítulo 2 ASSASSINS

Como mil años después ;D pero bueno, acá con otra actu, gracias a que leí un YS besho y lemonoso hace unas horitas mi ratón se destrabó y pudo fluir este capítulo que tenía a medias dsd hace algunos meses xD en lo posible avanzo con todo, gracias a las personas que se siguen tomando su tiempo para comentar, quienes no comentan, bueno qué hago, siempre tienen motivos para decir que no pueden; y sin embargo aquí sigo, esforzándome por traerle a todo público lector escritura interesante n.n

 

CAPÍTULO 2

OBJETIVO

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Distrito Jung-Gu

Sede del Tribunal Supremo de Corea del Sur

- Te hice una pregunta… - la voz del joven de cabellos negros se alzó por encima de sus pensamientos. Yunho torció los labios en una sonrisa burlona, se pasó la mano por el cabello y alzó las manos en rendición cuando el cañón presionó directamente sobre su frente… - no tientes a tu suerte, quien quiera que seas…

- ¿Estoy interfiriendo en tu trabajo?... – el moreno cuestionó sin bajar las manos, calculando el espacio y la oportunidad que tendría para desarmar a este sujeto que luce tan atractivo y sensual vestido completamente de negro. Algo típico de espías, sino lo sabrá él.

- Lo haces… - el pelioscuro sonrió de medio lado. Los sensatos labios rojos inclinados en aquel gesto le daban un toque demasiado seductor a ojos del moreno, quien con tiempo de abstinencia, casi sentía cómo su cuerpo reaccionaba ante tan provocadora imagen… - y odio que interfieran con mi trabajo, me estorbas… - continuó, sabiendo de antemano que cada uno de sus movimientos, por finos, simples y casi imperceptibles que fueran, los seguían los ojos del hombre que parece demasiado sumiso ante él.

- Bueno, en dado caso, podríamos arreglar esto de manera pacífica, ¿no crees?... – el moreno dio un paso a lado y adelante hacia la única entrada y salida disponible. Sin tener que recurrir a la verdadera ruta que había utilizado para infiltrarse en aquel edificio. Pero el arma del pelioscuro no dejó de seguirle, ni mucho menos sus profundos ojos oscuros, grandes y brillantes… - No soy tan dócil como parezco, una pelea entre ambos podría ser fatal… - advirtió entonces cambiando un poco el tono de su voz, firme pero todavía ligeramente provocativa.

- Podemos resolverlo si respondes la pregunta que te hice inicialmente… - el pelioscuro avanzó paso a paso conforme el moreno continuaba su camino hacia la salida… - en cuanto des un paso fuera de ésta habitación, voy a disparar…

- Eres demasiado propenso a la violencia, ¿sabías?... – el moreno sonrió divertido, recibiendo a cambio una sonrisa seductora y esa mirada determinada que respondió su insinuación… - supongo que en alguna forma eres igual a mí, así que no creo que estés esperando que de verdad responda tu pregunta.

- No, en realidad no lo espero. Pero me estoy divirtiendo contigo ahora… - el pelioscuro sonrió de igual manera. Dio un par de pasos hasta quedar de nuevo frente al moreno, quien permanecía dentro de aquella habitación por tan solo unos centímetros. Sí, había obedecido aquella indicación de no salir o moriría…

- No tenemos mucho tiempo y dudo francamente que vayamos a tener presentaciones formales, así que porqué no mejor simplemente seguimos nuestros caminos. Estoy seguro de que así nuestros trabajos se interpongan el uno con el otro, todavía podemos continuar con ello hasta un nuevo encuentro… - Yunho propuso.

Y por extraño que resultara aquello entre dos asesinos que están entrenados justamente para matar sin importar la circunstancia. Ellos dos sabían que acababan de iniciar un juego. Tal vez eso del gato y el ratón les resultara divertido por un tiempo.

- Es tu día de suerte… - el pelioscuro susurró al tiempo que finalmente baja el arma y la guarda majestuosamente en la funda de su muslo izquierdo. El moreno se deleitó la pupila al admirar aquellas largas piernas. Definitivamente, estaba demasiado sexy como para dejar pasar la oportunidad de algo, le apetecía bastante correr sus manos por aquellas piernas y besar esos labios rojos… - no tanta suerte… - el pelioscuro rió advirtiendo los pensamientos lascivos del moreno al notar la mirada lujuriosa que le dirigía… - toma tu camino antes de que me arrepienta y descubramos quién de los dos es mejor…

- Voy a investigarte, y cuando sepa quién eres, va a ser mi día de suerte… - el moreno le guiñó el ojo y dando una última mirada al exquisito hombre, abandonó finalmente las instalaciones.

Después de todo. Tenía lo que quería.

Ambos lo tenían.

- Vamos a ver quién avanza más rápido… - el pelioscuro salió también, por otro camino, en tanto su propio sistema viola las medidas de seguridad y consigue filtrarse en la red del Tribunal.

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Distrito Yongsan-Gu

- ¡No me jodas, Yoochun!

- Cállate, no te lo estoy contando para que me grites… - el pelinegro estaba en casa de un amigo. Si Park tuviera que clasificar a éste sujeto, definitivamente encajaría en aquél término, aunque él prefiere considerarse un chico solitario, no le gustaba formar lazos con nadie.

Porque tarde o temprano sus manos se manchan de sangre.

- Te acostaste con el único chico del que alguna vez te enamoraste. La razón por la que habías jurado nunca volver a Seúl…

- No estuve seguro de que era él hasta que ya nos besábamos…

- Claro. Seguramente besarle disparó tus recuerdos… - ironizó el muchacho. Yoochun guardó silencio… - ¿¡Es en serio!?

- Bueno. He besado a varios tipos y nunca nadie besó como él, aunque éramos simples adolescentes. Jamás olvidaría cómo se siente su boca…

- Pero es tu objetivo, Yoochun. No deberías haberte involucrado más, una vez que te quedó claro quién era… - el otro insistió al borde de la histeria.

- No importa. De cualquier manera es pasado. Voy a matarlo, además, Junsu ni siquiera me recuerda… - el pelinegro dijo con aquel susurro que al otro le pareció frío y distante, pero resignado.

- Las personas normales no renuncian así como así al pasado; no debes estar tan seguro de lo que parece Yoochun; ¿qué harás si en cualquier momento te recuerda?

- No soy una persona normal… - le recordó con tono agrio… - Y eso no va a pasar; aquél accidente le borró los recuerdos; y no soy quién para traérselos a colación solo porque reaparecí en su vida por unos instantes; tuvimos un sexo magnífico, si tuviera algún efecto en Junsu como él lo tuvo conmigo ya se hubiera notado.

- Y habla la persona que es capaz de mentirse a sí mismo por años…

- Y lo seguiré haciendo; el muchachito del que alguna vez me enamoré ya no existe, el Junsu con el que estuve anoche no tiene nada que ver con el que todavía vive en mis recuerdos. Y ahí se quedará, para siempre porque no tengo motivos para creer otra vez en estas tonterías del amor… - ultimó y su mirada seria, dura y resentida dio por terminada aquella conversación.

Sin embargo, su amigo no pensaba del mismo modo y se veía sumamente tentado a interferir. Después de todo, qué clase de amigo sería sino le ayuda en una situación como aquella. Él mejor que nadie conoce el pasado del pelinegro, podría jurar que es el único que ha visto su corazón, y sabe que verle mancharse las manos de sangre le destroza lentamente pero se mantiene ahí con vida por la esperanza de volver justamente a ese “ayer” en el que fue realmente feliz, donde su padre no lo hería, donde el recuerdo de una madre esquizofrénica no vagaba en sus pensamientos  ni constantes remordimientos… donde el hermano menor también reía y no le perseguían los fantasmas de una enfermedad mental con características hereditarias.

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Distrito Yongsan-Gu

En realidad estaba resultando fatal. Las citas no habían sido hechas para ninguno de los dos. ChangMin y Kyuhyun llevaban casi media hora ahí, sentados en la parte más silenciosa del bar, con un par de bebidas consumidas y el absoluto silencio como único acompañante.

¿Y se suponía que se habían reunido para hablar?

Ninguno se sentía sin embargo capaz de romper el silencio por una única y sencilla razón. No hay tema de conversación. A menos claro que se decidan a platicar acerca de todos aquellos detalles oscuros en los que se ven inmiscuidos como asesinos, y si bien es cierto que ambos se han dado cuenta de esa naturaleza sangrienta del otro, la verdad es que en aquel preciso momento, faltan los deseos de abordar el tema.

- Guapos a la vista… - una chica con alguna copa de más y esa sonrisa tan típica de una oportunista, se acercó hasta ellos con absoluta libertad para colocarse en medio y apoyar sus manos ataviadas de pulseras y anillos en el hombro de cada uno… - vamos chicos, ¿no me invitan una copa?

- No… - dijeron los dos al mismo tiempo y luego la chica con un vestido altamente provocativo cual si estuviera impregnado de feromonas, trató de insinuárseles mediante miradas coquetas y movimientos sexys que sin embargo no provocaron reacción alguna en los dos.

De aquél modo ChangMin y Kyuhyun optaron por la retirada, abandonaron su lugar en el bar y caminaron fuera pasando por la pista y más de una chica que intentó colgárseles del brazo o arrastrarlos a bailar con ellas.

- ¿Quieres ir a otro sitio?... – el morocho preguntó sin demasiada ceremonia. Estaba harto y lo único que le apetecía era largarse… pero al mismo tiempo tenía curiosidad por saber hasta dónde el otro sería capaz de arrastrarle.

- A tu departamento… - el joven de cabellos oscuros respondió sin preámbulo. Aunque aquella había sido la cosa que más había querido negarse a sí mismo, estaba ahí urgido por conocer el hogar de su hyung.

- Entonces vamos… - ChangMin aceptó sin remordimiento. No tenía nada qué ocultar en su departamento.

Y fue así como terminaron yendo hasta ahí. ChangMin le ofreció algo para beber pero Kyuhyun desistió de su tentadora y amable oferta. Necesitaba estar lo suficientemente cuerdo antes que embriagarse y dejarse llevar por ese repentino impulso que le sabe a la adrenalina que se dispara en su cuerpo cuando va a matar; el mismo que se transforma en un deseo incipiente de satisfacer la necesidad de su cuerpo por enfriarse, bajar los niveles de cada signo vital en su cuerpo, tan bajo que casi parezca morir porque solo así siente que evita transformarse en un monstruo sediento de sangre.

Él puede parecer tranquilo, serio, reservado y caballero. Pero casi siempre siente que usa una máscara que oculta su verdadero yo, ese que se regocija en el fondo de su mente cada que su mano toma un arma y tira del gatillo, cuando sus puños se llenan de sangre en cada golpe que da a un cuerpo vivo, merecedor del castigo que Kyuhyun se siente con derecho a ejecutar.

- Pienso como tú a veces… - la voz del morocho le saca repentinamente de sus pensamientos… - cuando parece que la locura arrasará con tu poco autocontrol y piensas que esa vez nada podrá detenerte, que solo necesitas un motivo, por absurdo que sea, para derramar sangre.

Kyuhyun le miró y clavó su mirada en esos ojos oscuros que le sostienen la suya y casi parecen retarle a negar sus palabras. Se sintió entendido pero al mismo tiempo asustado. Nunca ha dejado a nadie vivo una vez descubren su otro yo; ser asesino a sangre fría no es sin embargo sencillo. Mucho que controlar, poco que perder.

Carecen de opciones.

- Somos escoria humana, ¿lo sabes no? – el de cabellos oscuros se recargó en el respaldo del sofá en la estancia, mirando hacia la izquierda aquel pasillo corto que seguramente conecta a las habitaciones del departamento. Sigue ahí el calor, la adrenalina y el deseo de sentir su piel rozar con la de aquel chico ante él que se mantiene estoico como si las palabras que intercambian no significaran nada.

- Seremos escoria, pero a veces salvamos al mundo de basura peor que nosotros… - ChangMin concedió, del mismo modo en que prácticamente cada ocasión se convence a sí mismo de no ser tan malo como parece.

- Nuestros propios padres pueden ser peor que todos esos a los que hemos eliminado…

- Ves el vaso medio vacío Kyuhyun, yo lo veo medio lleno; es cuestión de perspectiva; dejas a un pez gordo vivo hasta que reúnes el valor para enfrentarlo o lo llevas a una trampa en la que se consuma a sí mismo hasta desaparecer…

- Necesitarías un muy bien elaborado plan para conseguir eso; sabes bien que si llegaras a dar un paso en falso, otro como nosotros vendría a matarte; podría ser incluso yo… - el menor de los dos aventuró con tono misterioso. Casi dándose cuenta recién que aquello podría ser el verdadero objetivo de su “padre”; si Seung Ho quisiera deshacerse de los Shim, llegar al Juez podría no ser el final de su plan, sino el inicio y terminar en ChangMin.

Planteárselo le asustó.

Aunque él no conoce el miedo como tal, la idea de matar a ChangMin no le gustó en absoluto.

- ¿Cómo saberlo? Tal vez es así. Quizá seas tú quien deba matarme, o probablemente te estoy diciendo todo esto como parte de mi plan y sea yo quien tenga pensado matarte. ¿Es eso realmente importante? ¿Cambiaría en algo lo que somos? ¿Lo que sabemos hacer?... – el morocho se acercó a él sin apartarle la mirada.

De pronto ahí el acercamiento entre ambos chicos parecía un juego de retos y probabilidades. Una peculiar forma de seducirse en el misterio que la duda del verdadero motivo de su reunión dejaba detrás.

ChangMin se detuvo a escasos centímetros del cuerpo de Kyuhyun; era sin embargo la suficiente cercanía para sentir el calor que desprende el cuerpo del otro.

- ¿Qué hacemos dos asesinos hablando de todo esto, ChangMin hyung?... – suelta la pregunta y su cuerpo se mueve, se inclina en busca de aquella boca que se abre para darle una respuesta pero él actúa más rápido y captura sus labios con los propios tomando de ellos ese beso ardiente que ambos se entregan con la pasión que parecieran haber contenido durante toda una vida.

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Distrito Jung-Gu

Instalaciones de Entrenamiento del Buró de Investigaciones Federales

JiHoon está ahí, su cuerpo sudado y los músculos marcándose de acuerdo a cada movimiento. Practica movimientos de Kung Fu, el sonido del aire cortado por la fuerza de sus golpes se escucha como un zumbido. Hay casi perfección en cada ejecución; pero todavía siente que no es suficiente, que necesita mejorar.

- Por qué me has hecho venir, hyung… - le distrae la voz de su hermano. Jong Suk le observa sentado sobre la duela hacia el final del dojo, el ipod encendido y un auricular en su oído derecho, suena una melodía de saxofón a volumen bajo. Quiere apartar su mirada pero no puede. Piensa que podría odiar a su hermano por despertar aquellas sensaciones y esos sentimientos que se niegan a abandonar su mente.

- No estás estudiando de todas maneras, y no quiero tener que preocuparme por ti vagando por ahí a esta hora… - el detective respondió al tiempo que interrumpía sus ejercicios. Fue hasta su bolso y tomó la toalla mediana que descansaba sobre el mismo para secarse el sudor.

- No soy un niño, y por si lo has olvidado, sé defenderme solo, podría incluso derrotarte a ti si quisiera… - el joven de cabellos rojizos –esa misma tarde se tiñó algunos mechones– respondió mientras le mira de soslayo, el perfil de su hermano le resulta atrayente, hipnótico y adictivo. Envidia la suerte de esa botella de agua que conoce el tacto de los labios del mayor; envidia la gota del líquido que resbala por la comisura y se distrae con el movimiento seductor de su garganta. 

Quiere apartar esos pensamientos y trata de concentrarse en las notas de la melodía que escucha cuando el saxofón deja sonar los estribillos más graves en el clímax de la canción. Le parece que suena a discusión, a reclamo y a resentimiento. A resignación ante los sentimientos que burbujean por todo su cuerpo. Jong Suk lo sabe, no puede dar marcha atrás ahora; su adolescencia fue un infierno por culpa de Ji Hoon: le desea.

- Últimamente me he metido en más líos de los que quisiera, solo no quiero arriesgarme a que vayan tras de ti cuando estás solo; aunque puedas defenderte, qué necesidad hay de que tengas algún enfrentamiento cuando puedes acompañar a tu hyung un rato… - sonríe ególatra y deja caer su botella de agua en el bolso, la toalla descansa sobre sus hombros y él de pronto tiene ganas de practicar con su hermano… - vamos, muéstrame lo que tienes… - invita a un duelo amistoso pero desconoce el estrago que su invitación ha hecho en las hormonas de su hermano.

Jong Suk se levanta con parsimonia mientras controla la revolución de calor en su cuerpo. Se mentaliza para entrar en contacto con el cuerpo de su hyung y se recuerda a sí mismo que aquello en lo que tanto piensa desde hace años es simplemente imposible. Que tiene que volver a ser el hermanito de siempre.

JiHoon se arrepiente apenas unos instantes después, Jong Suk es realmente mejor que él y ha conseguido someterle, le ha dejado bajo su cuerpo pecho abajo, se ha sentado en su espalda baja inmovilizándolo totalmente. ¿Y qué hace su cuerpo? Encenderse como contenedor de hormonas.

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Distrito Yongsan-Gu

Mansión Lee

Junsu no ha salido esa noche, se ha quedado en casa pensativo, sonriendo como tonto mientras memora la velada anterior.

Yoochun.

El nombre se repite una y otra vez en su cabeza, se toca los labios y recuerda con agrado la exquisitez que probó de aquella boca. Seductora, suave, experta. Se relame los labios y no puede evitar el recuerdo incipiente de la lengua del pelinegro, la forma en que se inmiscuía en su boca y recorría cada recoveco dentro de ella. Recuerda el calor de su cuerpo, el roce de su piel, el tacto de sus manos; la profundidad de sus estocadas.

Está acostado en su amplia cama, con el ventanal abierto y el aire fresco colándose agitando la clara cortina. Abre sus piernas y cuela una mano entre sus pantalones, cierra los ojos y se toca; parece patético pero lo necesita, quiere seguir recordando esa noche tan intensa a lado de un perfecto extraño que le salvó sin embargo la vida –no que él lo hubiera necesitado realmente, todavía podría haber asesinado a cada uno de aquellos tipos–; pero se siente bien, pensarle como el héroe, una especie de príncipe azul, aunque no existan ni tenga deseos de toparse con uno.

- Yoochun… - susurra el nombre de su amante y sus dedos juegan sobre la punta de su semidespierta erección. Se excita, se siente alterado; la vívida imagen del rostro de su amante se matiza en sus pensamientos; está ahí también el sabor de sus labios y la forma tan sensual con que acarició todo su cuerpo… - ¡ngh! – gime en medio de su fantasía a medio construir y sus dedos se deslizan de la punta a la extensión.

No es suficiente, quiere volver a verle pero no sabe cómo actuar. Por primera vez en años no tiene idea del cómo abordar a alguien. Quiere citarle y volver a tener sexo, de ese glorioso que vivió apenas la noche anterior y fue mucho mejor que cualquier encuentro sexual que pudiera haber tenido antes.

Se encuentra a sí mismo pensando demasiado en aquel chico, y su mano libre se ha hecho del móvil dentro de su bolsillo. Busca el número de su HéroeYC –tal como le tiene registrado en sus contactos– y llama. Se lleva el móvil al oído y mientras espera su mano sigue moviéndose lentamente por su extensión.

- ¿Diga?... – reconoce la ronca voz de su héroe y basta para sentir ese pinchazo de placer correrle por la columna vertebral…

- Yoochun ah, soy yo; ¿me recuerdas?... – cuestiona a media voz, lucha por no jadear mientras habla y deja que sus dedos jueguen de nuevo con lentitud sobre la punta de su erección ahora algo más erguida y caliente. Se siente pervertido, nunca antes había hecho esto pero lo necesita.

Necesita a Yoochun.

- El chico que “salvé” ayer… - le escucha sonreír al otro lado de la línea y aquello basta para sentirse más confiado. Yoochun le recuerda, tal vez no ha sido finalmente solo una aventura de una noche, se muerde el labio inferior y calla el jadeo en su garganta antes de animarse en hablar nuevamente.

- El mismo, espero que… recuerdes mi nombre… - hace una pausa y eleva sus caderas un poco bajando su pantalón para tener mayor libertad para tocarse; ruega mentalmente porque la voz alterada no se le note tanto.

- Junsu… - el pelinegro responde al otro lado de la línea y la voz ronca con que le pronuncia le da otro pinchazo de excitación al castaño… - ¿Acaso estás tocándote?

- ¡mgh!... - la pregunta le toma desprevenido y el gemido que sale de su garganta es mezcla de sorpresa y placer, su mano se ha cerrado sobre la base de su erección y sus mejillas se encienden al rojo vivo entre vergüenza y gozo.

- Vaya, quién lo pensaría. Salvé a un pervertido ayer… - le escucha sonreír y se patea mentalmente. No, realmente no, no hay tiempo ni suficiente espacio en su cabeza para sustituir la imagen que se ha formado en ella; Yoochun está ahí, detrás de su cuerpo embistiendo con fuerza contra su intimidad… - gimes tan alto que pareciera que tengo el altavoz en mi móvil… - la voz del pelinegro casi le distrae, pero todavía está lo suficientemente caliente como para frenar. Rodea su extensión y bombea con prisa y fuerza, gime sin control y agita las caderas en un desesperado intento por emular lo que se repite en sus pensamientos… - ¿No preferirías que nos viéramos de nuevo y pudiera hacerte gemir de verdad?  

Yoochun lanza la propuesta y se arrepiente al instante. Él no debe frecuentarle más de aquel modo, jugar con fuego es peligroso incluso para un asesino como él. Pero no puede evitarlo, arde en deseos de volverle a ver, de tenerle de nuevo rendido a sus caricias y besos; quiere tener sexo con él, marcarle y creer que es el único que le ha tenido así.

Que el adolescente de quien se enamoró hace años sigue vivo en ese Junsu tan cambiado y descarado que se ha atrevido a marcarle solo para auto-complacerse.

Tendrás que matarle.

Las palabras golpean su mente al mismo tiempo que su nombre ha sido gemido en voz del castaño al otro lado de la línea.

- Veámonos, ahora mismo, en media hora en el Renaissance.  

- Ok…

Junsu sonrió alegremente y se apresuró a la ducha, tendría que bajarse la calentura con agua fría de momento, no tiene tiempo para terminar y quiere arreglarse atractivo para seducir a Yoochun.

Park.

Él piensa que es su oportunidad para matarle, el hotel que ha elegido le resulta cómodo, podría colocarse en el edificio de enfrente y una vez que sepa la habitación en la que le espere, él solo tendría que disparar una vez con su fusil de francotirador. Sin embargo.

Su orden no es eliminarle.

Yoochun se puso en marcha con aquellas confusiones haciendo estragos en sus pensamientos. Ante todo. Él no tiene motivos para matarle.

Junsu sigue siendo el primer y único amor de su vida.

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Distrito Jongno-Gu

Fraser Suites Seoul

Ubicado en la residencial Insadong, la arquitectónica zona de penthouse más prestigiosa de la capital es temporalmente el nuevo hogar de Kim Jaejoong. El agente de las Fuerzas Especiales camina descalzo por su departamento, el mármol se siente fresco bajo sus plantas, y el color blanco predominante en la decoración le inspira cierta tranquilidad. Sin embargo, cuando da una mirada a su portátil sobre la mesa de cristal digital en el comedor, sabe que tiene la ventaja…

- Jung Yunho. ¿Caballero Templario?... – la información se ha codificado proporcionalmente en su computador, pero todavía hay archivos confidenciales a los que no ha tenido acceso… - ¿Quién eres en verdad?... – toma un sorbo de su lata de cerveza y mira detenidamente la fotografía del moreno ampliada en su pantalla…

Continuará……