Happy 9th Aniversary YooSu

*0* Estamos de manteles largos, en Corea aún es 29, acá mañana lo será, en unas cuantas horitas, pero... Yo me paso a dejar mi regalo para mi pareja favorita, el amor de mi vida *-* 

Me faltan palabras para describir mi admiración por Junsu y Yoochun, como personas son enormes, como artistas formidables y talentosos. Como pareja, un ejemplo a seguir, no solo del fanservice sino de ese amor que yo veo tan real y sincero como el aire que respiro. 

De este modo reitero mi amor por el YooSu, por el amor que se tienen y esa forma de superar cada prueba, 9 años de conocerse, de haber forjado una amistad primero, de permitirse conocer el amor mutuo y sincero *flotando en su nube* ahh~~ creo que hasta aquí dejaré mi comentario ;D o me largo a decir todo lo que siento por este par de hombres tan hermosaente perfectos. 

Título: PROMISES

Autora: Felina

Pareja: YooSu

Género: Fantasía, Romance

Clasificación: NC-17

*****

YooSu

*****

La historia, la teología, la filosofía y otras ciencias de la humanidad hablan acerca de esto. Le han otorgado una clasificación jerárquica que en términos generales es “real”; aunque la “realidad” en éste tema es paradójicamente relativa.

La disposición de los ángeles –también llamados “coros angélicos o celestiales”– está regida por un orden de potencia decreciente dividido en tres jerarquías.

1ª Jerarquía. Donde se incluyen los Serafines, Querubines y Tronos –Ophanim–

2ª Jerarquía. Precedida por Dominaciones, Virtudes y Potestades.

3ª Jerarquía. Liderada por los Principados, Arcángeles y Ángeles.

Pertenecer a una u otra jerarquía es una decisión tomada por Dios. Y es Dios quien “castiga” a sus coros según las acciones que realizan, o aún las que dejan de hacer y están bajo su responsabilidad de acuerdo a su rango. Eso es algo que todo coro celestial sabe.

Sin embargo, tal como la humanidad, incluso en los Cielos, las reglas también se rompen.

Él era uno de los Serafines más queridos por Dios. Su melodiosa voz le daba un brillo particular al canto constante dedicado a Él. La curiosidad innata del Serafín le valió sin embargo su declive convirtiéndole en Ángel, después de todo le atraía más la humanidad que el privilegio de servirle rodeando su trono. Empero, de aquél modo tuvo más acercamiento no solo con la humanidad, sino también con sus antagónicos.

Los demonios.

La comúnmente denominada contraparte. También conocido como  daemon o daimon, es un ser sobrenatural descrito como algo que no es humano y usualmente resulta malévolo. Algunas teorías hablan de los demonios como ángeles caídos.

Y aquél Ángel que ha adoptado el nombre de Kim Junsu, conoció así al Demonio llamado Park Yoochun. Una coincidencia entre los mortales que los acercó de la forma menos pensada y permitida por los Cielos o el Infierno.

--//--//--//--//--//--

Había descendido a la Tierra movido por la curiosidad, el bello ángel de cabellos castaños revoloteó en torno a un grupo de niños que reían divertidos mientras juegan balompié en el Parque. El raspón que arrancó las genuinas lágrimas de un pequeñín le instó a materializarse como un muchacho de facciones orientales ligeramente aniñadas que se acercó amablemente para ayudar al pequeño…

- Tranquilo, es un raspón que se quita fácilmente… - el castaño le sonrió al niño mientras posaba la palma de su mano y un resplandor fugaz curaba aquella infantil herida… - ¿Ves? ¿Verdad que ya no duele?

- ¡Cómo lo hiciste, hyung!... – limpiándose las lágrimas del rostro sucio de tierra y pasto, el pequeño sonrió maravillado ante aquella “magia” por parte del mayor.

- Es un secreto… - el castaño sonrió y desordenándole el cabello al niño le instó a volver al juego junto a sus amiguitos.

- ¿No es que tienen prohibido intervenir con las acciones de los humanos?

Junsu volvió la mirada hacia su derecha, un muchacho de desordenados y largos cabellos azabache le observaba profundamente, recargado en el tronco de uno de los árboles distribuidos en el Parque. El castaño vio a través de sus ojos divinos la verdadera naturaleza de aquel chico pelinegro…

- Ha sido una pequeña obra que en nada interfiere con el destino de la humanidad… - se defendió sin dejar de sonreírle… incluso cuando sabe que ese chico… es un demonio… - ¿Qué hace alguien como tú aquí?

- En la tierra están los más deliciosos pecados… - el pelinegro se relamió los labios, provocándole un escalofrío inquieto al castaño… - y he descubierto, el Ángel más hermoso de todos… - Junsu se sonrojó involuntariamente. Su cuerpo humano reaccionaba incluso cuando siendo un ángel aquellas sensaciones no valían con la misma intensidad como para la humanidad.

- Que un demonio halague la hermosura de un ángel no es novedad, pero por favor, absténgase de hacerlo al referirse a mí… - el castaño dijo con sinceridad.

- ¿Cuál es el color real de tus alas, Ángel?... – sin embargo, el demonio azabache no pensaba dejarle ir así nada más. Su hermosura ha provocado toda su tentación al pecado…

Junsu le miró sorprendido. Que un Demonio quisiera saber el “color real” de las alas de un ángel, era como una proposición indecorosa para los humanos.

- No voy a decírtelo.

- Entonces tendré que averiguarlo a la mala… - el demonio sonrió perverso. Y las mejillas del ángel se colorearon intensamente ante tal sonrisa, ante el fuego evidentemente lujurioso de las negras pupilas.

El ángel había despertado la pasión latente de un demonio.

Y con el tiempo, sucumbido a sus provocaciones.

¿Había surgido algo más que el deseo carnal al que sus cuerpos eran llamados?

--//--//--//--//--//--

La gente le llama Casanova, él no niega las “acusaciones” hacia su persona.  Los corazones rotos por su causa se enfilan en sus años de vida fría y vacía. Park Yoochun es su nombre, afamado hombre de negocios con un nuevo huésped en su cama cada noche. No lo niega, no tiene motivos ni tiene intenciones de cambiarlo todo.

Hasta que él renazca.

El Ángel agónico del pasado.

- Alguien le espera dentro, Sr. Park… - su secretaria anunció apenas el apuesto y elegante hombre pasó a su lado rumbo a su oficina.

- Gracias. Tómese el resto de la tarde libre… - porque sabe bien quién le espera.

El pelinegro entró sin mayor ceremonia, no se molestó siquiera en mirar al otro hombre sentado en su silla tras el escritorio principal. Park fue directo a su minibar y se sirvió un vaso de vino.

- Cualquiera diría que acabas de verme…

- No han pasado más de diez años desde la última vez,  Hayami…

- Para demonios como tú y yo el tiempo carece de sentido, pero para un ángel como él, cada segundo es infinitamente doloroso. Y aún así llevas la gran vida acostándote con cualquiera en tu camino…

- Él sabe que aunque mi cuerpo conozca el contacto de otros, jamás sentirá el calor que el suyo me dejó…. – se recargó en la vitrina de los licores y dio un sorbo a su vaso de vino.

- Tener sexo para satisfacer los deseos carnales de tu cuerpo no justifica nada, Yoochun…

- Sermonearme no te servirá de nada tampoco. A qué viniste, Hayami… - cuestionó sin rodeos, mirando fijamente al hombre que intercambia aquellas palabras que no le traen más que recuerdos de un pasado doloroso incluso para un ser como él.

- A decirte… que tu Ángel despertó del letargo al que le condenaste…

El vaso de vino cayó haciéndose añicos sobre el piso de madera de aquella oficina que de pronto le pareció al pelinegro una auténtica prisión asfixiante.

Su Ángel.

Su bello e inocente Ángel.

Ha despertado.

Las alas negruzcas se desplegaron al instante, el saco y la camiseta del pulcro traje rasgados quedaron ante la aparición de aquellas imponentes alas que se agitaron varias veces listas para emprender el vuelo.

- Recuerda, que volver a él podría ser tú propia condena. Es un Ángel, Yoochun; destinado a estar arriba, mientras nosotros ardemos en las profundidades del infierno.

- Pero estamos aquí. La Tierra es el único lugar al que ángeles y demonios podemos llegar para el juicio final por voluntad propia. Y él descendió de los cielos por eso, si es mi turno de pagar una condena, lo haré sin importar el tiempo que pase. Sé que él me esperará.

- Él no vino a la Tierra en busca del juicio final, lo sabes Yoochun… lo sabes y te niegas a recordarlo. Fuiste tú quien lo corrompió, fuiste tú quien lo condenó cuando rompiste las promesas que sabías no podrías cumplir…

- ¡Cállate!... – el demonio azabache arremetió contra su congénere estampándolo  contra uno de los muros de la oficina, sus manos intentaron aferrarse al cuello del otro, pero Hayami no era un demonio débil… - No vuelvas a decir que…

- ¿Que fue tu culpa la condena de Junsu?... – soltó con sorna. Y Yoochun presionó más intentando hacerle algún daño… - es inevitable para ti, es lo que fue, lo que provocaste. Enamoraste el corazón puro de un ángel, y luego le dejaste solo en las penumbras del Templo de los Coros.  

- ¡Yo no… hice eso!... – forzó más sus brazos y hasta agitó sus negruzcas alas. Pero Hayami no estaba dispuesto a cederle, y cuando el demonio con preferencia por las tierras niponas reveló sus propias alas, Yoochun recordó por qué le debía respeto. Él no es un demonio cualquiera, está por encima de su nivel y hasta cierto punto se ha convertido en su protector y el pelinegro el protegido que debe recordar ahora o fallará miserablemente en su intento por recobrar a su ángel.

- Deja de negarte a la realidad de tu pasado, Yoochun. O no tendrás tampoco el poder suficiente para traer de vuelta a Junsu, aunque haya despertado del letargo agónico al que lo condenaste.

- Lo condené… - susurró aflojando finalmente toda la fuerza con la que intentó someter a Hayami, quien ocultó entonces sus alas grisáceas… - yo… lo abandoné y sellé su condena…

……flashback……

Llevaban demasiados encuentros casuales desde que Junsu le viera por primera vez en un Parque. Yoochun se había convertido en una especie de sombra que le persigue aún en los sitios sagrados a los que rara vez algún demonio se atreve llegar. Y no, no se trata de iglesias o templos protegidos por bendiciones humanas atribuidas a Dios. Sino verdaderos lugares ocultos a la vista humana construidos con amor por los ángeles en la Tierra, bendecidos por la propia mano de Dios.

De entre todos ellos, el Templo de los Coros es el más hermoso y humilde, sin atavíos ni ornamentos de metales o piedras preciosas. Imponentes pilares de piedra se alzan y sostienen la estructura decorada únicamente por naturaleza. Árboles, arbustos, flores, enredaderas con hermosas flores de varios colores y más que cubren los muros o caen de pilares a lo largo y ancho de toda la estructura. Toda esa hermosura que el Templo de los Coros desprende, viene justamente de ahí, y el encanto que decae cuando es bañado por los rayos del sol o de la luna.

Junsu estaba ahí, esperando con el corazón acelerado la llegada de Yoochun. Estaba nervioso y hasta inseguro, Dios jamás consentiría su petición…

- Piensas demasiado… - la voz ronca de su amante atrae su mirada, y sus ojos miel chocan con el oscuro titilar de aquellos ojos negros tan profundos como la noche.

- Bienvenido al Templo de los Coros… - el castaño le recibió con una sonrisa y una venia demasiado formal para gusto del pelinegro.

Y Yoochun le observó de pies a cabeza. Hermoso como siempre, vestido totalmente de blanco el color de sus claros ojos amielados resaltaba su belleza, el flequillo sobre su frente y cada castaño mechón brillando bajo los rayos solares colándose por los amplios ventanales y los domos principales, los gruesos labios rosados humectados graciosamente por su propia saliva, la nariz respingada, el largo cuello y esa silueta perfecta de inocente seducción. Junsu se sonrojó cuando se supo presa de los hambrientos y lujuriosos ojos del pelinegro. No hay duda de su naturaleza como demonio, incluso su vestimenta desaliñada en tono oscuro que deja al descubierto su pecho y sus mechones azabaches desordenados rematados por aquella cinta negra atada sobre su frente hacen honor a su personalidad. Es sexy, seductor, provocativo. El pecador encarnado en hombre; y él, el pecado que despierta sus perversos instintos.

Yoochun sonrió de ese modo tan sensual que siempre colorea las mejillas de Junsu al rojo vivo, pero cuando le vio acercarse con ese porte coqueto que dispara sus nervios y enciende su vergüenza como una especie de alarma que revela sus alas y las repliega cubriendo su cuerpo.

- ¿Qué haces?

- Éste es el lugar más sagrado en la Tierra…

- ¿Y…?

- Y sé que cuando te acercas a mí, me besas y luego tus besos mutan a más… - susurró con vergüenza…

- ¿Y…?

- ¿En serio?... – Junsu hizo un curioso mohín de impaciencia apartando apenas un poco sus alas para que su rostro quedara visible al pelinegro…

- ¿Estás pidiéndome que te respete?... – Yoochun sonrió perspicaz, el castaño asintió… - Bien, no te besaré ni recorreré tu cuerpo con impúdicas caricias que te hacen gemir más alto que en un canto de opera…

- ¡Yoochun!... – chilló avergonzado hasta la médula. Acalorado porque seguramente aquellas palabras estaban llegando a oídos de Dios… - no digas eso estando aquí…

- Fuiste tú quien acordó que nos viéramos aquí…

- Porque dijiste que estabas listo para renunciar a tus alas, y yo solo puedo renunciar a las mías estando aquí… Si es que en verdad me amas, como ángel y como humano.

Yoochun tragó hondo en ese preciso momento, cuando Junsu le miró con toda la pureza de su angelical presencia esperando reafirmara su juramento. La esencia demoniaca del pelinegro se agitó en su pecho con fiereza.

- ¿Yoochun…?

El pelinegro evadió su mirada. No quiere negarse, pero el pecho le quema.

De pronto los cielos retumbaron y el tronar de relámpagos sacudió el firmamento, y cuando cada trueno tocó el suelo, al Templo de los Coros arribaron dos Arcángeles,  guerreros por excelencia en la corte celestial.

- No vamos a permitir que te lleves a uno de los ángeles de Dios. Él fue antes un Serafín, favorito de Dios, y es nuestro hermano…

- Yunho, ChangMin, qué hacen aquí…

- Impidiendo que hagas una tontería… - uno de los arcángeles, el más corpulento y de tez morena respondió, sin apartar su mirada de la de un impávido Yoochun que parece inmune a la presencia de los arcángeles. Después de todo, no sería la primera vez que se enfrenta a ellos en batalla.

- No tienes derecho a meterte en mis decisiones ¡ni tú ni nadie!... – el castaño espetó con angustia. Él sabe bien cuán poderosos son sus hermanos. Yoochun podría salir lastimado.

- ¿Acaso haz enloquecido, Junsu? Un demonio jamás podrá hacerte feliz, la felicidad para la que existimos solo podemos encontrarla con Dios… - el otro arcángel, el más alto y de personalidad agria, su hermano menor ChangMin, también intervino.

- Ya no más. Mi felicidad es con él…

- Es un demonio… - ChangMin recordó…

- Es el hombre que amo…

- ¡No es un hombre sino un demonio!... – Yunho gruñó mirando decididamente a ese Yoochun que sigue sin decir una sola palabra ni hacer nada… - no te dejaré llevártelo…

- ¡No están escuchándome!... – Junsu gritó inconforme… - He tomado mi decisión, no pueden arrebatarme mi…

- ¿Libre albedrío?... – ChangMin sonrió con cierta burla. Y Junsu sintió una punzada en el corazón… - somos ángeles, la única forma en que puedes renunciar a tus alas y ser humano es…

- Sé cómo…

- Él no te hará feliz, Junsu. Míralo, ni siquiera ha dicho una sola palabra para defender ese amor que supuestamente se tienen.

El ángel castaño volvió a mirar a Yoochun, quien le devolvió la mirada pero permaneció en silencio, sin emitir juicio alguno. El dolor quemante en su pecho le estaba debilitando y nublaba su vista. El infierno no le dejaría renunciar tan fácil a sus propias alas.

Yunho y ChangMin blandieron sus espadas y agitaron sus alas blancas con destellos de colores azul y arena. Al mismo tiempo, los suelos se sacudieron violentamente y apenas unos instantes después apareció otro demonio. Un hermoso joven de nívea piel y grandes ojos negros, largos mechones oscuros y provocadores labios rojos. Él es Jaejoong y tal vez encarna la lujuria en su máxima expresión.

- Un combate dos a uno no es justo, menos si los arcángeles más poderosos de la Corte Celestial son los que superan el número…

- No es tu pelea, Jaejoong… - el arcángel moreno dijo seriamente.

- Desde donde lo veo yo, tampoco es tuya o de ChangMin; ustedes están interfiriendo en la decisión de su hermanito… - el demonio pelioscuro sonrió de medio lado…

- No debiste venir, Jaejoong… - fue Yoochun quien habló entonces… - Nadie debió venir, esto es entre Junsu y yo…

- Yoochun… - el castaño murmuró sintiéndose entonces movido por una fuerza nunca antes experimentada por su cuerpo. ¿Era culpa, remordimiento, miedo?

- ¿Y permitir que lo arrebataras del lugar al que pertenece?... – Yunho le señaló violentamente con la punta de su espada. Aunque aún había una considerable distancia entre ellos… - Ningún demonio merece la pureza de un ángel, y tú ya has corrompido bastante su inocencia…

- Tienes razón. Ya lo corrompí suficiente… - Yoochun clavó sus orbes negras en el castaño… - hubiera querido decirte esto a solas, pero todos vinieron aquí por voluntad propia. Ya me cansé de ti, Junsu; no necesitas renunciar a tus alas porque no pienso renunciar a las mías. No te amo, nunca lo hice, todo fue solamente un juego… - el tono frío y distante del pelinegro sorprendió incluso a su congénere Jaejoong.

- No… - el castaño susurró sintiendo las lágrimas agolparse en sus ojos. Conmovido en el dolor por las palabras tan hirientes del pelinegro.

- ¿Lo ves, Junsu? Nadie te merece más que los Cielos mismos… - ChangMin dijo.

Mientras que Yunho pudo ver en la mirada de Yoochun la firmeza de una mentira que él mismo dijera tiempo atrás. Y sus ojos café viajaron inconscientemente a la figura de Jaejoong.

- Incluso si rompes ahora la promesa que hiciste con tanta sinceridad antes, mi decisión no cambiará, Yoochun; voy a renunciar a mis alas…

- ¡No!... – Yunho y ChangMin gritaron y volvieron la mirada hacia atrás, donde las alas de Junsu ya habían sido encadenadas por grilletes de plata y enredaderas de finas y afiladas espinas se enredaron por todo su cuerpo provocándole delicadas pero dolorosas heridas.

- Junsu… - Yoochun susurró el nombre de su amante con dolor. ¿Él ha provocado esto?

- Cuando liberes tu corazón de la impureza del infierno, yo todavía seguiré aquí, mi Yoochun… - el castaño sonrió con tristeza, soportando empero el dolor de su cuerpo castigado por el Templo de los Coros bajo el mandato de su naturaleza angelical destinada a Dios.

Yunho y ChangMin solo pudieron culpar entonces a Yoochun, y cuando se lanzaron contra él con toda la intención de una sangrienta batalla a muerte, ni la intervención de Jaejoong se comparó con el poder que impuso la aparición de otro demonio. Hayami era sumamente poderoso, el único demonio que alguna vez fue capaz de llegar ante el mismísimo trono de Dios.

- El único ahora que tiene derecho a hacer movimiento alguno por éste Ángel, es Yoochun; porque Junsu sacrificó sus alas por él. Si cualquiera del bando que sea interviene una sola vez más, yo mismo me encargaré de enfrentarlo sin dudar el fatídico final al que lo empujaré… - Hayami, el demonio de alas grisáceas capaces de mutar al color de los cielos, habló con tal seriedad que los arcángeles y Jaejoong retrocedieron… - váyanse… - Yunho, ChangMin y Jaejoong agitaron sus alas y desaparecieron segundos después.

Yoochun cayó de rodillas admirando la tortuosa imagen del ángel que sí ama.

Al que abandonó con la errónea creencia de protegerle si renunciaba a él.

Junsu cerró sus ojos al caer bajo el efecto lastimero de las espinas rasgando su piel. Las gotas de sangre mancharon sus ropajes blancos y recordaron a Yoochun su propia maldad, ha sido él quien le ha corrompido, quien le ha arrastrado a este punto entre sus vidas.

- Aún no le mereces, Yoochun; si renuncias a tus alas ahora, será como empujarle más cerca a la muerte.

- Jamás le mereceré, Hayami. Jamás…

- El día que te perdones a ti mismo, podrás volver y liberarle de la condena a la que tus promesas lo encadenaron…

……flashback……

- No me he perdonado. Día con día me recuerdo lo cobarde que fui aquella vez. Por qué Junsu despertó del letargo…

- La culpa y el perdón no van de la mano para los ángeles y aún para muchos humanos. Pero no eres ni un ángel ni un humano, eres un demonio Yoochun; y mientras más te encerraste en la fría coraza indiferente de un hombre Casanova, más se fue purificando tu corazón, no estás atado al infierno más. La última decisión es solamente tuya ahora…

- Por qué me has ayudado…

- Porque como tú, también me enamoré de alguien en la Corte Celestial, y el mismo Dios consintió mis sentimientos cuando estuve ante él aunque mi intención inicial era matarle.

- Pero sigues siendo un demonio, vives en el infierno…

- Sí. Porque esa fue la decisión que tomé. Cuando Dios vio a través de mis ojos mi alma, dijo que amar no era malo aún para nosotros, pero que todavía debíamos recordar a dónde pertenecemos. El arcángel que cautivó mi corazón aún no decide cuáles son sus sentimientos por mí, cuando lo haga, tomaré otra decisión. Sin embargo, éste ya es tu momento. Decide Yoochun, continuar siendo un demonio, o liberar a tu ángel de las cadenas que lo aprisionan en el Templo de los Coros…

Las alas de Yoochun se extendieron y bravías se agitaron emprendiendo el vuelo. Un Demonio invisible a los ojos humanos atravesó los aires hasta el lugar en el que la mitad de su alma le espera.

……………………………

Templo de los Coros

Cuando Yoochun llegó se sorprendió de que estuviera prácticamente igual que la primera vez que estuvo ahí hace 10 años. No es que antes durante ese tiempo no hubiera intentado volver, cada día lo intentó durante meses, pero nunca lo encontraba, como si el Templo se hubiera ocultado hasta que mereciera volver; después simplemente desistió y fue cuando se convirtió en ese Casanova del que Hayami habló. Yoochun se apresuró hacia la Sala en la que recuerda se llevó a cabo aquel calvario.

Junsu estaba ahí, sus ojos cerrados le hicieron sentir una punzada de miedo. ¿No había dicho Hayami que despertó?

Advirtió sin embargo la ausencia de las enredaderas de espinas y los grilletes metálicos. Las blancas alas estaban sujetadas por suaves telas nacaradas y su atuendo blanco de antaño suplantado por una ligera bata que cubre su desnudez.

- Junsu… - el demonio susurró con el corazón latiéndole en la garganta.

- Haz venido, Yoochun… - los labios rosados se curvaron en una sonrisa, y lentamente los párpados dieron paso a esos preciosos ojos color miel que el pelinegro tanto extrañó en esos años.

- ¡Junsu!... – se apresuró a abrazarle y sostenerle cuando las telas le soltaron y sus alas se replegaron entumecidas por los años de tortura… - Junsu…

- Viniste… a cumplir tu promesa… - la tibia mano del castaño acarició la mejilla del pelinegro arrancándole una lágrima de felicidad. La primer lágrima derramada desde el fondo de su corazón.

- Claro que sí. Vine a cumplir la única promesa por la que he existido desde que sacrificaste tu inocencia por un demonio como yo… - el pelinegro acarició las mejillas del castaño tiñéndoselas como antaño de rubor.

- ¿Estás dispuesto a renunciar a tus alas?

- Con toda mi alma…

Yoochun sonrió en respuesta a la sonrisa enternecida de Junsu. Y mientras besa dulcemente sus labios, las alas negruzcas del demonio cubren ambos cuerpos antes de que pluma a pluma desaparezcan.

En el cielo, Dios se conmovió por la determinación del demonio. Y pactó con el regente del infierno, un arcángel más para su Corte Celestial.

Las alas negras fueron entonces suplantadas por unas color marfil con destellos cobalto. Junsu sonrió feliz al verlas…

- Dios te da la bienvenida a su Corte. Y te pide no corrompas demasiado al que fue su Serafín favorito.

- ¿Dios tiene una venda para cubrir del mundo sus ojos?... – el pelinegro sonrió también feliz, volviendo a besar esos labios cuya pureza a pesar de la lujuria y la pasión con que él los profanó centenares de veces nunca cambió.

El resto, todavía eran promesas que cumplir.

FIN (?)

Dejo el final abierto porque definitivamente la idea me gustó, creo que puedo explotarle un poco más, por mínimo un lemon hermoso por ahí *-* xD además, me gustaría agregar la parte de YunJae y HayaMin, ¿Uds qué opinan?

Dejen sus lindos comentarios <3


Ya Ne!! ;D